Doc.613 nº2

  • Muros que se mueven rápido, por Oskar Sueiro

    Oskar Sueiro. Creador de contenidos web.
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    Es curioso cómo, pese a que la mayoría de las cosas percibimos y creamos en un entorno físico, acaban difundiéndose única y exclusivamente online… Eso sí, escoge bien tu canal, no vaya a ser que aquello que has creado, acabe siendo pasto de las llamas en las redes sociales… o peor aún… pase sin pena ni gloria, ahorcado por el hit de los 80 que le precede en el muro.

     
    Demasiado talento atrapado en la red, que busca un feedback inmediato, alegrías y penas monitorizadas, “porque el mundo ahí fuera está hecho un cristo”, y las jornadas con algún “me gusta” cierran ciclos de inapetencia de realidad. Mal asunto convertir el medio en fin. Mal asunto dejar que tu esfuerzo, tu marca en el mundo, tu “yo estuve aquí” quede relegado a un muro que se mueve a la velocidad dictada por el número de integrantes del mismo.
    Todo está canalizado, conectado, continuado, controlado. De lo nuevo, casi siempre lo primero que se aprende es lo malo. Con las facilidades de la conexión continua, hemos sacado ventaja de las formas de comunicación y expresión, sobre todo cuando era más o menos nuevo. De los nuevos muros, los de las redes sociales, lo único que sabemos, porque es lo único que se ha demostrado hasta ahora, es que se mueven rápido, que se quejan poco y que informan o desinforman demasiado y de demasiadas cosas.
    Pero estar hiperconectados e hiper(desin)formados de lo que se hace y deshace, nos ha metido en una cadena horizontal, en la que nos dicen que todos/as somos iguales en las redes sociales, y todos/as tenemos las mismas oportunidades. El éxito se mide y se monitoriza desde la distancia, y quizás no te apetezca enseñar nada, pero sí lindar, como decía en el primer texto, un gran éxito musical de los 80 y ser el rey o reina de la mañana… subidón de ego y a seguir dándole a la manivela, que el ritmo no pare, porque la fiesta se mide en verbenas, que lo que cuesta hacer, cuesta enseñar, y si se enseña, es para gustar. Quizás el hecho de que cualquier cosa pueda ser lanzada a las hienas de los muros de las redes sociales, hace que no valoremos suficientemente los trabajos que tanto cuesta desarrollar. Tan fácil como “robar” la imagen de una plantilla estratégicamente pintada en un cantón entre calles, tan fácil como fotografiar el plato de lentejas de tu amama, tan fácil como coger un link y difundirlo…
    Es tan fácil poner al mismo nivel todo, que ahora mismo, lo que reina, es el caos, y los destronados, son aquellos y aquellas creadoras, sea cual sea el arte o soporte que utilicen, que acaban haciendo de las redes sociales, no ya un medio de comunicación y contacto, si no su propia sala de exposiciones. Se enseña para gustar, y cuanto antes se obtenga un feedback, más satisfechos nos vamos a la cama… Tanto trabajo para morir aplastados a la velocidad a la que se mueve el muro de tu red social.

    Los y las artistas enchufados a las comunidades virtuales acostumbran a ver de todo, todo hecho, mejor o peor hecho, pero ya hecho. Esto supone el primer ladrillo de un muro a saltar para seguir explorando, para seguir actuando. Hay quien dirá... ¿por qué aventurarse más allá, si tenemos delante de nuestras pantallas el final de un camino ya recorrido? Mal asunto ser autoexpulsados de donde poco nuevo hay por ver pero aún mucho por hacer. Por la mañana los topic trendings marcan las conversaciones virtuales, por los mediodías, los artículos e imágenes más comentadas y compartidas de la jornada son machadas al anochecer… muros que nunca cierran… Open 24 horas al día, incluso cuando las baterías no funcionan. De todo lo bueno, nos acomodamos en lo malo.
    Me consta el caso de un escritor, que con una docena de libros publicados, dejó el enganche del feeback diario: “Cada noche me acostaba pensando qué iba a escribir al día siguiente, y si tendría tan buena acogida como mi pequeño texto de la mañana… Hubo un momento en el que dejé de lado la novela en la que estaba trabajando… ¡Sólo quería que mis “amigos” me recordasen cada día lo bueno que era!... Aquello no podía ser, así que, me desenganché de aquella no realidad, y volví a escribir en la soledad de no saber qué resultado tendría mi próxima novela… Es duro esperar tanto, pero más duro era aquella necesidad diaria de público Express”. ¡Mal asunto eso de los muros veloces de las redes sociales!
    En lo virtual hay sitio para todos, democracia participativa, tú eliges tu yugo, que para eso somos todos iguales: Twitter, Facebook, Likedin o los que avanzan a codazos como Pinterest, o a patadas con la ley en la mano si aceptas, como G+.
    En lo real, lamentablemente, si no se destruye el pensamiento estrecho y caduco, el sitio es reducido, pequeño y carcelario. Aquí también puedes elegir tu libertad: la de la masa, la del silencio o la sometida por atrevimiento. Qué bien, qué fiesta (ironic mode on). En fin, vaya cruz la nuestra…
    ¡Mal asunto, ese de los muros de las redes sociales, que apenas podemos tocar y se mueven cada vez más rápido!
    Así que, afortunados por experimentar online, luchamos por prevalecer en el muro de nuestra red social mientras el ciclo avanza, adoptamos/robamos/manipulamos lo real para lanzarlo, siempre-siempre-siempre esperando respuesta. Y después de mí, la nada. Eso sí, reza para que el que venga detrás no pifie tu posteo con el ya mencionado hit de los 80…
    Volviendo al redil, y asumiendo que las redes sociales se trabajan en metros, aunque la hiperconexión ayuda a desarrollarla, y como a mí, como personaje inquieto, con ojo y oído instruido al calor de los punta de flecha de la creatividad y del trabajo colectivo reivindicativo, eso que llaman street art, por el simple hecho de nacer, desarrollarse y morir en la calle, como actividad líder que acepta todo lo que huele a nuevo y usuario del escaparate online como medio para difundir algo de cordura entre tanto exceso de todo.

    Sustituimos los muros de piedra, por muros escaparate... ¡para encerrar el arte en un muro que no se para quieto, el de las redes sociales, descontextualizando la obra, y quien sabe, si al lanzarla al aire de esa forma, enterrarla en un visionado expres!
    Pues sí, así es como se ve en muchos casos: como talento encerrado. Aquello que brota de la parte débil de la relación persona-máquina, queda condenado allí donde las ideas se molestan entre sí, y donde la protesta, la acción o cualquier otra expresión puede quedarse fuera de la ecuación. Por supuesto, hay hasta a quien le viene bien “cuanto más lejos y entretenidos, menos problemas”... ¿En eso nos hemos convertido?
    Revueltos, divididos, pero unidos... Y siempre positivos.
    Paradoja que, junto con la eterna brecha generacional, y que ahora se abre aún más y más rápido con el desarrollo imparable de las aplicaciones. Para los que representan lo caduco, los nuevos muros que convierten en viejo lo nuevo en apenas minutos, son un alivio. Les pilla tan lejos, que al vernos "entretenidos", damos menos guerra. Al menos, de momento... Porque los muros se moverán muy rápido, pero es cuestión de tiempo que dejemos de pensar en romperlos o saltarlos... Para simplemente mirar a través de ellos, como si nunca hubiesen estado ahí. Ahora damos más vueltas con mucha menos vida, esto se mueve por segundos... Y aunque las revueltas, quejas y adhesiones protesta quedan en un simple click, hay mucha más gente de la que pensamos trabando ahí fuera.

    Tenemos las herramientas, la información, la desinformación, el talento, la paciencia y la ausencia de ella. También tenemos claro que nos movemos rápido... Y que tal vez el relevo quizás llegue del núcleo duro de los que siguen recorriendo las calles, los que, a pesar del ciclo alcista, tampoco han tenido grandes expectativas, pero han sabido mezclar lo mejor de ambos mundos. Ese talento está trabajando ahí fuera día y noche, en movimiento real…

    Los pocos destellos que nos llegan así nos lo muestran, y nos recuerdan que los muros de verdad se pueden mover igual de rápido que los virtuales.
    Valerse de las redes sociales online para canalizar, exponer y exponernos, es solo un paso más hacia el nuevo ciclo, aquel en el que desataremos el talento, asustando primero y acelerando los cambios después. Entonces sí que podremos gritar un “me gusta”.

    Muros que se mueven rápido
    por Oskar Sueiro

    +info:
    http://oskarsueiro.wordpress.com
    Oskar Sueiro. Creador de contenido y estrategias on-line





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