Doc.613 nº2

  • Procomún. En torno a ColaBoraBora con Ricardo Antón

    Ricardo Antón. Forma parte de Amasté y ColaBoraBora.
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    ColaBoraBora, la isla del procomún

    Desde Amasté llevamos unos 11 años trabajando en temas que tienen que ver con lo cultural y diversas intersecciones de lo social, lo político, lo económico y así, cada vez vas teniendo más que ver con ámbitos como la participación ciudadana, la innovación social, y la idea de colaboración.
    Nosotros siempre hemos trabajado de una manera muy informal con cómo compartir las cosas, con cómo colaborar, cómo trabajar con la idea de servicio público, y el procomún era un concepto que nos servia para formalizar toda esa especie de deseos o intuiciones, de llevarlas más a lo concreto.
    Al mismo tiempo, vamos teniendo más relación con MediaLab Prado y su laboratorio del procomún, además de con la gente de Yproductións, de Platoniq, de Zemos98, y de repente el procomún se convirtió en un espacio de convergencia.

    Cuando estábamos trabajando en la puesta en marcha de Eutokia, el centro de innovación social, vimos la posibilidad de hacer efectiva esa idea del procomún y creamos ColaBoraBora, una especie de isla imaginaria en torno a la que poner en marcha esas dinámicas de cómo volvemos a aprender a colaborar.
    En ColaBoraBora hay tres proyectos:
    En primer lugar, tenemos Hondartzan, es una comunidad de prácticas en la que queremos ver a nivel local qué interés hay alrededor del procomún de una manera informal. Esto es, por qué la gente se interesa por este concepto viejo pero nuevo que tiene que ver con compartir, con abrir las cosas, con cómo se colabora para hacer cosas en común. La vocación de Hondartzan es la de tratar de articularse como una comunidad que pueda ser operativa, que pueda hacer proyectos, que pueda ir aprendiendo colectivamente en torno a estos conceptos y hacerlos propios.

    Otro es Goteo, una red para la financiación colectiva y para la colaboración distribuida. Micro-financiaciones. Goteo lo que plantea es que hay proyectos, y que necesitan poder ser financiados para ser sostenibles. El objetivo es crear una red que muestre los proyectos y haga patente que hace falta una corresponsabilidad en su desarrollo. Nosotros lo que buscamos es que haya financiadores individuales de la sociedad civil, muchos micro-financiadores, y luego que desde lo público y lo privado se entienda que esa financiación tiene que ser corresponsable.
    Y además tenemos que ver cómo realmente los modelos de financiación tienen que cambiar, pero también los modelos de toma  de decisiones, o los  modelos  de cómo afrontamos situaciones concretas. Goteo sobre todo trata de ver cómo pasamos de un discurso a cómo ese discurso se puede hacer operativo en la realidad. Nosotros estuvimos en la puesta en marcha de la plataforma y ahora estamos implementando un nodo local aquí en Euskadi. Porque como Goteo se basa en comunidades y en el procomún entendido como algo local, hay una plataforma general y también agentes locales que asientan esa plataforma en diferentes territorios.

    Las Empresas del Procomún tiene un carácter más de investigación. Tenemos una comunidad de prácticas que trata de situar a un nivel un poco más científico todos estos conceptos de los que vamos hablando. Investigar sobre ellos, sacarles punta  y encontrar casos de estudio que nos ayuden a pensar sobre las estructuras y modelos de negocios que queremos tener.
    La investigación de las Empresas del Procomún al final se basa en que hay un montón de recursos comunes, que hay entidades que los están gestionando para la comunidad y en cómo hacemos para que esas entidades sean sostenibles en sí mismas, sin esquilmar el recurso y haciendo que lo que se extrae de ese recurso vuelva a la comunidad, pero siendo sostenible el trabajo que esa entidad intermedia hace.
    La empresa también está haciendo este mismo recorrido, lo que hará falta es ver en qué se diferencia la empresa abierta de la que piensa en lo común libre y abierto. Si tú estás implicando al prosumidor, realmente ¿en qué le estás implicando?; ¿en el proceso de identificación del nuevo producto que hace falta o le estás implicando en toda la cadena  de  valor?; ¿estás generando un nuevo nicho de mercado o estás atendiendo a una necesidad real que tiene una comunidad?. Pero también, analizar lo que desde la economía abierta se está pensando. Y lo que nos guste, pues aprendamos cómo lo hacen.
    El objetivo no es definir qué son las empresas de procomún sino hacer una caja de herramientas que te ayuden a trabajar en este modelo conceptual de empresa de procomún. Aunque cada una será a su manera porque dependerá de la comunidad, del recurso, o del modelo de gobernanza que tú quieras o puedas implementar.
    La investigación tiene un poco que ver con todo eso, con cómo pensamos modelos y en cómo ese ecosistema se está desarrollando.
    Y además, el reto es que sea una investigación colectiva. Lo que está a punto de matarnos pero como reto es interesante. Nosotros somos gente que investiga de otras maneras, un poco lo que se llama investigaciones militantes. ¿Cómo conviertes eso en un proyecto y además pasas de que sea militante a que te pueda dar de comer? Hay un salto cualitativo. Pero a la vez sabemos que es muy importante esta base de conocimiento porque si no todo el rato te estás inventando la rueda. La inteligencia colectiva no se produce porque no hay un conocimiento real de los proyectos. Incluso, tú puedes saber qué es mi proyecto, pero las vicisitudes y realidades de cómo se gesta, no. Es ahí donde está el know-how, de eso tiene que tratar esta investigación sobre el procomún.
     
    El proceso de aprendizaje del procomún

    Jacques Rancière tiene un libro que se titula El maestro ignorante, nos gusta esa idea de que no hay un proceso en el que uno enseña a otro, sino que hay un proceso de aprendizaje y que, muchas veces, cuanto menos sabes de lo que estás intentando aprender o enseñar, es más fácil que encuentres nuevas posibilidades o que aprendas de una manera más abierta. Nosotros nos acercamos a las cosas así, sin prejuicios, incluso a veces las ideas que tenemos tratamos de dejarlas un poco en el armario para que no nos perjudiquen a la hora de poder acometer cosas.
    A nosotros nos viene bien que a Elinor Ostrom le hayan dado el premio Nóbel, porque de alguna manera eso legitima ciertos territorios y, al mismo tiempo, esa especie de rigor o pensamiento y proceso científico de lo social nos sirve para tratar de ir asentando suelos. Cuando estamos haciendo investigación en empresas del procomún, sí nos fijamos en los modelos de negocios o en los modelos organizativos y sí tratamos de traducir cosas que surgen desde el ámbito de la empresa para ver qué pasa en el ámbito social y al revés. Creo que hay herramientas que están a nuestra disposición y que tenemos que ver qué uso político hacemos de ellas.

    Cuando empezamos a trazar el proyecto, el procomún, lo acompañamos de otras cosas, como las prácticas colaborativas, el código abierto y el emprendizaje social.
    Es muy fácil decir que quiero colaborar contigo pero luego no es tan fácil hacerlo, sobre todo porque hemos perdido la costumbre de colaborar, nos han enseñado mucho más a competir con, que a colaborar. Hay que volver a hacer pruebas y a generar pequeñas metodología; ahí empiezan a entrar en juego cosas como recursos, responsabilidades, oportunidades, capital simbólico, capitales relacionales, capital financiero… cómo todo eso se pone en común, se reparte, se redistribuye y qué es lo que se devuelve a la comunidad. Pero no es tan fácil hacerlo sin tender a normativizarlo todo y que se convierta en un infierno.

    Otra parte tenía que ver con el emprendizaje social, sobre todo, relacionado con el tema de la economía alternativa y solidaria. Nosotros, cuando nos hicimos empresa, creamos una SL para evidenciar que queríamos tener un retorno económico, y además estaba la idea de que éramos un colectivo, porque también nos interesaba poner en cuestión la idea de lo individual, de autor. Pero esta forma jurídica cada vez nos ha ido molestando más y nos estamos convirtiendo en cooperativa de iniciativa social, también un poco por lo mismo;  cuando nos hicimos empresa, ser empresa dentro de ese ámbito cultural era algo que evidenciaba una serie de problemas o fisuras y ahora, cuando parece que lo que hace falta es ser empresa, y está todo esto de las industrias creativas, volvemos a plantearnos: Realmente, ¿queremos ser empresa? Y si queremos ser empresa, ¿qué tipo de empresa queremos ser? Hacer una reflexión política de qué significa emprendizaje social. Y, si hay que ser emprendedores sociales, qué tipo de emprendedores sociales y para qué.
    Esas eran las cosas que configuraban los puntos cardinales en la isla y a las que habíamos llegado por una deriva de lo que ya éramos y lo que estábamos haciendo, y  el juego de la isla nos sirvió para concretarlo. Y al hacer el dibujo, decir: bueno, pues ahora mismo estamos aquí, en este pequeño territorio.

    El procomún como modelo abierto

    Hacer que una comunidad cerrada funcione no nos vale, queremos que la comunidad tenga que ser abierta por definición. Abierta o, por lo menos, accesible, pero que cualquiera que quiera formar parte de ella asuma unas normas. Porque la comunidad tiene sus normas, para entrar y formar parte de ella tienes que aceptar, asumir o contribuir a que se modifiquen. Claro que hay un montón de cosas que tenemos que repensar, como cuáles son los principios éticos con los que queremos convivir como comunidad y para ello reutilizas todo el pensamiento crítico-político que ya hay escrito para ir aprendiendo cosas.
    El procomún en realidad es un modelo viejo, cómo se gestionaban las riveras de los ríos, el acceso al regadío, las comunidades de regantes, viene de cuando los reyes católicos. Otra cosa es que después todo eso haya desaparecido. De repente se pasa a una economía donde lo importante no es lo común sino la propiedad de las cosas. Ahora estamos volviendo a la importancia del derecho de acceso, y lo que está claro es la contribución de Internet en todo ello. Me interesa la combinación del procomún con el código abierto, porque es cierto que el procomún son, en muchos casos, comunidades cerradas.

    De bichos y elefantes

    A nosotros siempre nos pasa que entramos en temas que nos interesan pero que no conocemos. Cuando llegas piensas que no hay nada, y que has llegado a un sitio que está vacío, hasta que te empiezas a fijar y ves allí bichos o un elefante, algo que era tan grande que ni lo habías visto. Realmente, hay un montón de iniciativas que tienen que ver con el procomún. ¿En qué se diferencia todo el tema de economía alternativa y solidaria del procomún? Pues, a veces, en casi nada. Los grupos de consumo, los grupos de decrecimiento, la gente de Auzolan…, ya está trabajando en valores que son parecidos. Incluso en el grupo Mondragón, cuando están repensando la cooperativa, están trabajando con el concepto de procomún. Lo que no está es todo bien articulado, falta un poco más de fundamento.
    Hay varias cosas que me interesan del decrecimiento como grupo en el que militar. Por un lado, que es un grupo bastante heterogéneo, con sus tensiones; gente que se ha dado cuenta de que esto simplemente no es sostenible y que hay
    que pensar de otra manera pero que no tiene un pensamiento político estructurado. Para mí eso es interesante, porque te vas conociendo no en base a un programa ideológico que ya estaba escrito sino en base a la práctica y a cómo vas construyendo relaciones con los otros.
    Desde el decrecimiento se habla de grupos de unas 30.000 personas para poder gestionar las comunidades, para que la relación comunitaria pueda existir y pueda ser más o menos factible el abastecimiento; pero se puede entender que cada una de esas comunidades puede funcionar como células que forman parte de un mismo organismo. Aunque tú seas parte de esta célula, formas parte de las demás.
    Otro elemento interesante son los territorios en transición. La ciudad en transición es una cosa que hacemos entre todos, todos reconocemos el punto de partida y lo que tenemos que ver es si logramos un acuerdo sobre a dónde queremos llegar y cómo lo hacemos. Sabemos que no se llega en un día sino que tenemos que ver cuál es el proceso para llegar hasta allí siendo conscientes de que hay un montón de cosas que nos van a influenciar y que tenemos que tener en cuenta.


    Emprender desde el procomún

    Los mercados están saturados en todas partes, la cuestión es que habrá que ir aprendiendo qué nuevas posibilidades hay, hacer el ejercicio de re-inventarte y ver realmente cuál es el valor que estás ofreciendo a tu público objetivo, a tu comunidad. Pero, ¿has preguntado a tu comunidad si quiere que gestiones ese recurso? O, ¿te has preocupado en saber si no hay otro gestionándolo y lo que puedes hacer es ver cómo sumarte a quien ya lo está haciendo para ver cómo mejorar el modelo? O, ¿te has puesto a pensar qué valor estás generando y ese valor cuánto te va a durar porque igual tienes que empezar a pensar cuál es el siguiente paso?
    Es verdad que no tenemos los modelos construidos, pero van emergiendo, y de eso tiene que tratar también la investigación. En las pruebas te vas inventando modelos de negocio, partes de una manera mimética de lo que han hecho en otros sectores o de algo que se te ha ocurrido y lo pruebas.

    Nosotros sí queremos creer que si tú funcionas en abierto es mucho mejor para todos. Para ti y para los demás. Incluso hay veces que tienes dudas, abres todo y ves que no lo estas sabiendo articular o que hay gente que se aprovecha y no hay reciprocidad, o te da miedo porque no sabes si vas a seguir siendo sostenible al abrirlo todo tanto. Pero cuando tenemos esa duda lo importante es seguir abriéndolo todo. Que no funciona, ya nos daremos cuenta cuando no funcione, pero no somos preventivos. Si hay que arriesgarse que sea para abrir, no para cerrar.

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