Fotógrafa
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ALGO PERSONAL
Me licencié
en Geografía e Historia, una carrera que hice diletantemente, porque me
gustaba. Y un año después, en Bellas Artes.
En BB.AA. las
dos especialidades que escogí fueron restauración de obras de arte y
audiovisuales; en audiovisuales, obviamente, la primera asignatura que se
trabaja es la fotografía. Fue una buena combinación porque en restauración y conservación
de obras de arte es necesario aprender a hacer un tipo de fotografía que es muy
técnica. En ese sentido, no tenía problemas. Por un lado, mi madre es
fotógrafa, y he estado haciendo fotografías desde los seis años. Y por
el otro, qué duda cabe que hay muchas cosas nuevas que te enseñan los
compañeros, los profesores; entre los que estaba Cristina García Rodero. Me imagino que ahora es lo mismo, en
aquel momento la fotografía se enseñaba desde una perspectiva muy técnica. Me
especialicé en pintura mural y, una vez que acabé la carrera, comencé a
trabajar para la Junta
de Andalucía. Trabajé en Sevilla, en Huelva…; al principio realizaba restauraciones,
después creé mi propio equipo y finalmente realizábamos los estudios que luego utilizaba
la Junta para
la asignación de presupuestos para la ejecución de restauraciones. En aquella
época hacia muchas fotos, a todos los panteones, a todas las cúpulas… y las iba
guardando en cajitas, muchas cajitas llenas de fotos (sonríe), pero bueno… para
mí era una cosa totalmente personal.
Llegó un
momento en que la administración se quedó sin dinero, y era una situación
complicada porque, obviamente, los grandes trabajos de restauración se hacen
para administraciones públicas.
Y decidí
irme durante un año.
TIPOS HUMANOS
‘Rumania’
Llegué a Rumania y allí
trabajé para el Instituto Francés. Estuve haciendo la escenografía de ‘ON NE
BADINE PAS AVEC L’AMOUR’, de Alfred de Musset para el Teatro Nacional. Fue
genial, me pagaban 20 dólares al mes, con lo cual yo vivía excelentemente bien.
Pasé todo el invierno en Transilvania, en los Cárpatos, con un frío terrible, a
25º bajo cero. Allí me compré un montón de cámaras rusas, cámaras que no había
visto nunca, era increible, y las iba probando. Hacía fotos de mi vida
cotidiana, de lo que me rodeaba, las gallinas, los vestidos de novia colgados
en los mercadillos, la comunidad gitana…
De Rumania me fui a Estados
Unidos y allí me hablaron de la
BECA EDDI ADAMS, uno de los mejores workshop de
fotografía documental, que es lo que a mi siempre me ha gustado. Envié un
dossier con el trabajo que había hecho de los gitanos de Rumania y me
eligieron.
Eligen varios proyectos; el
New York Times elige uno, la Nacional Geographic otro …. y a mi me eligió Time
Life Magazine. En el dossier únicamente tienes que aportar 20 diapositivas, no
tienes que decir ni quién eres, ni de dónde vienes, absolutamente nada, lo que
les interesa es el trabajo que presentas. Después me comentaron que les había
llamado mucho la atención la neutralidad de la mirada: “no sabemos qué es lo
que tu piensas verdaderamente de los gitanos, si te parecen bien, si te
parecen mal. Tu fotografía está totalmente exenta de una opinión”.
‘It's a man world’
En ‘IT’S A
MAN WORLD’ buscaba plasmar el tipo de relación que hay entre hombres. Un mundo en
el que se desarrolla un tipo de relación que es infinitamente menos complicada
que la que se establece entre hombres y mujeres. Utilicé una Leica y
diapositiva en color. Este fue un proyecto que me encantó, me recorrí todos los
antros de Bilbao, por la noche, fotografiando solo hombres. Lo más curioso fue
que nadie se fijó en mi presencia; me debí mimetizar con la pared, porque
nadie, nunca, me dijo nada. Yo creo que en gran parte fue gracias al tipo de
cámara que llevaba, una cámara que no hace nada de ruido, sin flash y que parece
que es la de tu abuela, no intimida.
Es la
primera vez que no he podido controlar todo el proceso, obviamente, porque las
condiciones eran poco propicias. Apenas había luz, no veía nada, y tiraba a un
segundo de velocidad. Hice muchísimas fotos y fue más una labor de edición a
posteriori.
También era
la primera vez que yo hacía algo en color seriamente, porque hasta ese momento
siempre había trabajado en blanco y negro. Trabajaba en B/N por montones de
motivos, porque podía revelarlo yo, porque me resultaba más económico, porque
podía hacer las copias, porque dominaba esa técnica… El color es una
complicación horrorosa, pero en ‘IT’S A MAN WORLD’ sabía que iba a ser en
color.
‘Retratos’
Quizá, por mi formación, me interesa conocer el tipo humano que está
detrás de la obra de arte. Saber cómo es, el aspecto que tiene.
Retratar al sujeto sin atrezzo, tal y como es.
PAISAJES PRIVADOS
Alemania
Cuando llegué
a Alemania estaba bastante complicado trabajar en centros de restauración;
había que homologar los títulos y tras la caída del muro Alemania no tenía dinero
para pagar restauraciones. Entonces decidí probar con la fotografía.
Hay países
muy abiertos con la gente, en los que no te preguntan de dónde vienes, ni te piden
ningún tipo de afiliación, no cuentan sexos… lo único que cuenta es tu valía,
tu trabajo. Y así fue en Alemania. Empecé por lo más sencillo, con los
periódicos, porque en Alemania no existen fotógrafos contratados en el staff,
se sirven siempre de freelances, y tú eres uno entre los demás con las mismas
oportunidades, con lo cual, si eres bueno, tienes trabajo.
Colaboraba
con los periódicos de la izquierda, de la parte comunista, que parece que eran
como más mi estilo (se ríe).
Hice temas de lo más variopintos: manifestaciones
neonazis, el partido del mundial de fútbol de Alemania contra España, la visita
de Clinton a Berlín…. Lo mejor de todo es que no te piden “la foto de la cosa”,
te dejan mucha libertad y si les gusta lo publican sin problema. Para mí era
estupendo porque el fotoperiodismo nunca me ha interesado realmente, lo que me
interesa es documentar. De hecho, en Alemania también hice fotografía de
arquitectura para instituciones como el senado de Berlín para documentar cómo
estaba cambiando la ciudad.
‘Das ist Berlin’
El
precedente de ‘DAS IST BERLIN’ es ‘BERLINER CHIC’, una pequeña exposición que
había hecho unos años antes. Es una exposición en la que Berlín parece la España de los años 40. Son
imágenes que recogen la parte turca y la antigua parte soviética.
Era… bueno,
divertidísima, creo que todavía estaba bajo la influencia de mi estancia en
Rumania, y ya veía poesía hasta en el bloque socialista. Era una serie que me
hacía muchísima gracia, en la que puedes ver rótulos de tiendas en los que pone
“verduras y fruta” y luego te venden pantalones levis estupendos, porque no han
cambiado las fachadas de los sitios, lo han dejado como estaba, y es genial;
por supuesto, los alemanes estaban absolutamente horrorizados.
Lo bueno de
Berlín es que me inspira bastante, cada vez que vas allá ves las cosas de otra
manera, y ves que hay cosas que son posibles y que hay otras maneras de
trabajar.
No es solo
que haya diferencias a nivel estético, es la diferencia organizativa. Mientras
aquí para abrir un comercio necesitas cientos de papeles que te avalen, allí en
tres días puedes poner en marcha cualquier cosa: un restaurante o una galería. Esto
permite desarrollar muchos proyectos, como los temporary shows que apenas
permanecen en el mismo lugar más allá de tres meses. Es este dinamismo el que hace
que el escenario sea siempre diferente.
‘Araneko: Last Impression’
2000
European Award for Women PhotographersEste proyecto comenzó cuando supe que la casa de mi abuela iba a ser derribada. La casa fue construida por mi abuelo y mi bisabuelo en los años veinte en el País Vasco y nunca se había remodelado. Nunca pensé que algo así pudiera ocurrir, por lo que nunca había tomado fotos.
Pasé varias
tardes vagando por los alrededores de la casa, desde el jardín a los casi
vacíos espacios de su interior. Esta vez mi mirada se centró en la superficie.
Ví el espacio y después los colores. Pero no al mismo tiempo: primero veo la
habitación, y seguidamente los objetos, las paredes y los colores; por qué no
separar objetos y colores como si de un catálogo se tratara, pensé.
‘Entre la tierra y el mar. Retrato de un paisaje privado’
2002 European Award for Women PhotographersEn el año 2000 comencé a realizar una serie de fotos de la costa, desde los acantilados. Es una serie que se ha convertido en un work in progress. Y poco a poco se ha configurado como una colección impresionante: fotografía en B/N, gran formato, realizadas con película Polaroid Land Film de 4 X 5 pulgadas, Tipo 55, con positivo y negativo, que ya no hay, no existe. Conseguí la cámara en San Francisco, se la compré a un chino que se jubilaba.
‘Grüße
von Nah und Fern’
Para mi la
fotografía es el espacio y es el tiempo, las dos cosas. En el caso, por
ejemplo, de ‘BERLINER CHIC’ es clarísimo, porque tengo una parte de fotografía en
blanco y negro y una parte de fotografía en color que he hecho con una
diferencia de un montón de años en casi los mismos sitios y en las que el
cambio es evidente. Eso lo hago permanentemente, vuelvo a hacer la misma foto
pero ya no es exactamente la misma, porque pasado un tiempo siempre cambian
cosas.
Cuando veo
una fotografía me encanta pensar en el tipo que se puso allí y decidió hacer esa
foto y, si puedo localizar el lugar donde se hizo, ir al mismo sitio y hacer la
misma foto. Volver a hacer la fotografía, en el mismo espacio, en diferente
tiempo, pero lo que subyace no es la idea de montaje, sino un intento de
comprimir el tiempo que hay entre ellas.
‘Grüße
von Nah und Fern’
sigue esta idea. Tengo una colección de fotografías de mi familia: de mi
abuelo, de mi tío-abuelo, de mi tío-bisabuelo, de mi tatarabuelo y de unos
cuantos personajes más de la familia, que eran fotógrafos. Ellos eran de
Letonia y quise volver a Riga para trabajar sobre los mismos espacios en los
que había trabajado mi bisabuelo materno.
Hice un
primer viaje en 2004 en el que localicé muchos de los lugares e hice un montón
de fotos pero volví en 2011 a
completar el proyecto, necesitaba estar de nuevo allí para hacer “la foto que
falta”, lo que no había podido hacer en el primer viaje.
A raíz de
‘GRÜSSE VON NAH UND FERN’ visité dos museos en Riga para investigar en sus
archivos. Iba buscando fotografías realizadas por los miembros de mi familia, y
encontré un montón. Fue entonces cuando la curator de uno de los museos
me propuso realizar una exposición conjunta con mi difunto tío-bisabuelo,
conjugando las fotos que ellos tienen en sus archivos con mis obras. Les dije
que sí de inmediato porque me pareció una ocurrencia maravillosa.
Botanischer Garten
Conservo
varios libros de botánica, de flores y de jardines escritos en alemán, todos
pertenecientes a mi abuelo, del tiempo que estudió y trabajó en el Jardín
Botánico de Berlín. También han llegado a mis manos tres fotografías fechadas en 1917 y
firmadas por su hermano, que en esos momentos estudiaba fotografía en la misma
ciudad. Se titulan "Leherzeit, Gross Wartenberg, 1917 A. Ede",
literalmente: Tiempo de aprender (...).
Así que,
hace unos años, me decidí a conocer el jardín. Aparentemente nada ha cambiado
de la foto a excepción de los cipreses que están más altos y frondosos.
Mi
descubrimiento llegó del museo, algo modesto, que se encuentra al final del
jardín. Encontré unos pequeños dioramas hechos en los años 50 y 60 que representaban
con todo detalle, diversos paisajes y hábitats naturales.
Las
fotografías que se encuentran en este proyecto exploran y describen con
"perfección fotográfica" estos paisajes fascinantes.
Encuentro
que, al igual que la fotografía, los pequeños dioramas tratan de mostrar, desde
un punto de vista, una realidad que es mesurable. El territorio se reduce a
escala y se encierra en una caja. No traduce, ni interpreta, ni recrea, sino que
reproduce. Una característica que es particularmente intrínseca de la
fotografía. Es falso y es real a la vez.
La
fotografía refleja la realidad, pero no es la realidad. El diorama reproduce
fielmente la realidad, pero tampoco es la realidad.
Entonces:
¿Qué sentido tiene fotografiar un diorama? ¿Reproducir una reproducción de la
realidad? Suena platónico pero es justamente eso: Volver a recrearnos, diría
más, a ilusionarnos, con la realidad misma. Devolverle su sentido
inconmensurable y llegar a ella como llegamos a los lugares que exploramos. Es
para obtener esta posibilidad de ilusión que tan solo el punto de vista es
capaz de dar sentido a la imagen. El punto de vista nos acerca a los lugares
del paisaje, nos permite adentrarnos en el espacio, rodearnos de vegetación, de
montañas, de palmeras, de nubes y, de repente, volvemos a perder el sentido
entre los verdadero y lo falso.
Hay paisajes
que pertenecen a la memoria por lo riguroso, por ejemplo el desierto o el
océano, y no importa la ingenuidad con la que sean reproducidos, porque aquí la
fotografía no tiene el sentido de documentación sino de recuerdo.
Entonces:
¿Qué paisajes muestran las fotografías?
Un lago en
los alrededores de Berlín, un bosque al sur de Florida, una plantación de
algodón en un estado del sur de los Estados Unidos, la sabana en África
oriental, la selva tropical de Sumatra, una región pantanosa en Europa, la
tundra en Eurasia, un paisaje del litoral, los acantilados del noroeste de Europa o
una plantación de cacao en Camerún.
Es posible
que estos lugares existan en la medida en que alguien los mira, los reconoce.
Desde luego la fotografía está para conservar eternamente los momentos en
los que de verdad nos paramos a mirar.
0 comentarios → Erika Barahona Ede. Paisajes Privados
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