Iñaki Garai es socio de la firma de arquitectura ACXT, integrada en el
grupo IDOM.
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La arquitectura no es un arte puro, es un
arte de necesidad; es verdad que tiene un componente artístico, pero
previo a ello tiene un componente de servicio a alguien que tiene una necesidad
y a quien tú tienes que dar servicio. Sin embargo, no tienes que dar servicio
solo a aquel que te paga sino también a aquella sociedad que lo va a sufrir o
disfrutar, porque ese edificio se va a insertar en una realidad que es común
para todos, que es la ciudad.
En nuestro caso, los arquitectos estamos
en una posición intermedia entre el mundo personal -la interpretación como
artista de lo que es el momento cultural que nos toca vivir, nuestra posición
ante él, etc.- y el servicio profesional. De hecho, siempre ha habido una
cuestión que me ha parecido muy preocupante y es que los arquitectos, cuando
salimos de la escuela de arquitectura salimos con “licencia para matar”.
Creemos que tenemos derecho a imponer nuestras ideas al cliente y a la
sociedad, y esto no debe ser así.
En determinadas épocas, el arquitecto ha
contado con tal crédito de la sociedad que perdió la humildad de ser consciente
de que una obra de arquitectura aporta mucho valor pero que una mala obra de
arquitectura puede hacer mucho daño. Y, como todo en la vida, yin y yang, has
tenido todo el crédito, has hecho lo que te ha dado la gana, y yo creo que ha
habido gente muy responsable y muy capaz que lo ha hecho muy bien y otra gente
que no lo ha sido tanto. Y, de repente, la profesión pierde el crédito.
Creo que el primer proyecto de cualquier
arquitecto tiene que plantearse con gran humildad y timidez, si recibe un
feed-back positivo de la crítica y de la sociedad, probablemente se habrá
ganado un margen para, en el siguiente proyecto hacerlo con un poco más de
audacia.
Afortunadamente, creo que nunca se
consigue la libertad total de actuación y creo que es algo bueno porque cada
vez que me enfrento al papel en blanco, es un reto. No sé si voy a fracasar
estrepitosamente o voy a triunfar y eso lo que me hace es implicarme al 200%.
ESPACIO PÚBLICO
Al final, cuando
nosotros proyectamos arquitectura realmente lo que estamos es ocupando el
negativo de lo importante, que es el espacio público.
La arquitectura
es uno de los actores que participa y tiene que ser co-responsable con las
actuaciones en el espacio público. Y tiene que seguir, en ese caso, unas
directrices que ha establecido un actor previo que es el urbanista. Desde mi
punto de vista, la mejor arquitectura de Bilbao es el ensanche, la estructura
del propio ensanche, más allá de la arquitectura.
Si nos detenemos
en una obra como el Guggenheim, cuya expresión física arquitectónica es muy
relevante y tiene gran presencia y reconocimiento, lo que más me gusta y en lo
que estoy absolutamente de acuerdo es en cómo ha entendido la vinculación del
edificio con el espacio público. Me parece absolutamente brillante cómo
establece todas las circulaciones a través del edificio, el modo en el que
establece la relación con una zona que era industrial; incluso cómo pone en
valor, ya no como espacio público sino como elementos esculturales, la relación
de un edificio con un puente que ya existe. Creo que la gran aportación de
Gehry en el Guggenheim es la articulación del edificio con el resto de la
ciudad. Yo he sido muy crítico con el museo porque es una expresión de una
cultura que no es la nuestra, pero me parece que es una expresión brillante y,
si tiene que hacerse, que sea con ese edificio.
DENSIFICACIÓN VS.
CIUDAD DIFUSA
Es una pregunta
muy recurrente. Y mi respuesta siempre es: depende. La densidad como enunciado
general contra la ocupación indiscriminada del territorio, en principio parece
razonable; pero en absoluto es garantía de éxito. También se enunció en el
desarrollismo de los 60’ y se crearon unas ciudades que, 40 años después, nos
parecen horribles. Sin embargo, hay que entender que había muy poco dinero y
muchas necesidades y se hizo lo que se pudo. Pero, ¡cuidado con la herencia que
estamos dejando a futuro!
Holanda, que creo
que es una referencia para todos en muchos sentidos, es el país más denso de
Europa, tiene ocupación de muy baja densidad y cuando pasas por el territorio
holandés es una delicia. Pekín es una ciudad muy densa, pero creo que no ha
conseguido enganchar con el ciudadano, sí ha conseguido representar a una
nación y esto es un éxito, sin duda. ¿Ha conseguido dar otras respuestas?
No. Hay otras ciudades también muy densas, como Shangai, que ha tenido
una capacidad de sintonizar con la vida del ciudadano mucho mejor que Pekín.
En definitiva, la
densidad en sí misma no es una receta de éxito, ni la baja densidad es una
receta de fracaso. Cada camino tiene sus oportunidades y sus riesgos. Y si
pensamos que, por el mero hecho de asumir uno de los caminos, tenemos éxito, es
el principio del fracaso. Los enunciados absolutos me resultan peligrosos
porque se acaban convirtiendo en una coartada. Es como la sostenibilidad, con
la que nosotros estamos absolutamente comprometidos, pero mal entendida es una
coartada. Además de considerar la energía, hay que considerar otra infinidad de
variables para lograr una arquitectura de calidad
Por ejemplo, el
caserío es una arquitectura fantástica. Tenía en consideración la
sostenibilidad, por supuesto, pero tenía en consideración infinitas cosas
más. Y cuando hay una expresión natural de adaptación a tu entorno, a sus
condiciones, a la cultura… y se encuentra ese punto de equilibrio entre toda
esa infinidad de variables yo creo que todos reconocemos ahí una arquitectura
de calidad.
HABITABILIDAD
No cumplimos el requisito que decía
Richard Neutra, un gran arquitecto americano de ascendencia europea, que se iba
a vivir un mes con sus clientes mientras proyectaba la casa. En el tema de la
VPO tenemos a un cliente abstracto, no estamos dando servicio a una persona
física concreta que conocemos y sabemos cuáles son sus prioridades. Además, hay
enormes limitaciones presupuestarias, como es lógico y como debe de ser,
porque es el dinero de todos y hay que manejarlo con responsabilidad. Y tiene
alrededor un cuerpo normativo extraordinariamente vasto con objeto de
satisfacer las expectativas de los usuarios.
La normativa es un arma de doble filo, es
el yin y el yang . La normativa es el garante de que quien reciba ese
bien va a tener algo que está bien, pero es la que restringe que pueda tener
algo que está mejor, o también que está peor.
Nosotros podemos explorar, investigar en
el ámbito de la VPO pero muy coartados; hay un marco muy estrechito para la
investigación y siempre hay un debate sobre cómo ampliar ese marco para
descubrir si, efectivamente, hay o no oportunidades para aportar algo. Pero
también es verdad que es un gran ámbito de oportunidad porque las
administraciones son las que más comprometidas están en explorar cómo debe de
ser la vivienda hoy, si no mañana.
LA POSIBILIDAD DE LOS ESPACIOS COMUNITARIOS
Es muy interesante; un ámbito que yo propondría
explorar, sin duda. Sin embargo, en este momento, los espacios comunitarios
están desterrados en el estándar del cumplimiento de las directrices actuales.
Ya no es solo el cuerpo normativo, la realidad jurídica, sino lo difícil que es
administrar una comunidad de propietarios de vecinos que prácticamente no
tienen nada en común y en las que hay un nivel de conflicto alto.
En la coyuntura actual, la producción de
vivienda ha desaparecido y lo que parece que está triunfando es la cooperativa,
que ya en sí tiene una vocación de realidad social más rica que la comunidad de
propietarios; desde ese entorno, se podría ser más ambicioso en una exploración
que potenciara la fortaleza de la comunidad y cómo, efectivamente, hay
servicios que podríamos compartir y que sería muy bueno para todos los
participantes de la comunidad.
Recuerdo una propuesta que hizo mi
profesor de proyecto de fin de carrera Don Carlos Sobrini, para un edificio en
Pamplona donde efectivamente tenían lavandería común, comedores comunes…
donde la comunidad pasaba a formar parte...
LA LECTURA DEL ESPACIO INTERIOR: ORIENTE/OCCIDENTE
Comparemos el palacio Carlos V en
Granada, junto con la propia Alhambra (que es una obra que me parece
sorprendente para una cultura musulmana), con la arquitectura de la Ciudad
Prohibida.
La arquitectura de Carlos V es un círculo
insertado en un cuadrado, que se refiere absolutamente al centro, y el centro
lo interpreto como la expresión de la cultura cristiana en la que hay un dios
único, una verdad única, una regla.
En China, tanto en la arquitectura como
en la estructura del espacio tradicional, hay unas máximas de equilibrio que
establece la cultura taoísta y que se reconocen con mucha claridad en la
pintura de paisaje, pero también en las implantaciones de los edificios. Cuando
presentamos el proyecto para la sede en Pekín de la escuela de negocios China
Europe International Business School, una de las variables de valor que tenía
el edificio era que estaba en el punto de equilibrio entre el lago que estaba
delante y una montaña; estábamos en el eje. Pero además, en la cultura china no
hay nada único, como mínimo es una ambivalencia entre dos opuestos y eso se
expresa en su arquitectura que opera siempre en términos de adición de
elementos. Es una adición que se va construyendo en el tiempo y se ubica dentro
de un muro perimetral, como en el caso de la Ciudad Prohibida. Ellos
operan la realidad compleja, y este equilibrio del yin y del yang, de la
multiplicidad, de la realidad múltiple, de la verdad múltiple, de la realidad
mutante está presente en la arquitectura china, es sorprendente.
Pero la suerte es que la arquitectura
occidental, en el s. XX, miró hacia oriente. Frank Lloyd Wright,
Mies van der Rohe… en ellos ya están presentes claves arquitectónicas
procedentes de oriente y nosotros somos sus nietos, por lo que también está muy
presente en nosotros.
EDIFICIOS Y VALORES SIMBÓLICOS
Este es un debate que me resulta muy
interesante. En el entorno académico, siempre que se habla de un proyecto arquitectónico
se habla de la ‘idea’, esa vinculación con el inconsciente colectivo, esa
metáfora que permite a quien lo va a ocupar, a la sociedad que lo recibe,
entender su significado.
Aunque no creo que en todos los
edificios esa carga metafórica sea clave y fundamental. Tengo que admitir
que en un edificio de viviendas no tengo ninguna idea ni ningún concepto, lo
que tengo es una actitud, y esa actitud se expresa en muchísimas cosas: en el
tipo de espacios que generas para la gente que los va a ocupar, en el tipo de
materiales que utilizas para su expresión, en las técnicas que utilizas, en la
expresión formal física de ese edificio en su entorno… Esta actitud no es más
que el fruto de una lectura contemporánea y, por tanto, el resultado formal es
contemporáneo, como efecto de operar con unas tecnologías y sobre unas maneras
de vivir que responden al presente.
Ciertamente, también hay edificios en los
que es importante la capacidad de representación, de expresar el carácter de
quien lo va a ocupar, como, por ejemplo, en el Edificio de Servicios Generales
de la Ertzaintza, en Erandio.
Estamos hablando de una institución que
nos representa a todos y que en nuestro inconsciente tiene una posición; la
ertzaintza es quien cuida, pero también es una institución de poder. En este
caso, la referencia que utilizamos fue la arquitectura de los Jauntxos: la
torre y su relación con el paisaje. El jauntxo era quien ejercía el poder, pero
también quien ejercía del cuidado de las personas que dependían de él. Es un tipo
de construcción que forma parte de nuestro inconsciente colectivo y nos parecía
que se podía establecer un paralelismo y que podíamos encontrar en la
arquitectura del pasado las claves para este edificio.
Pero no es un enunciado, una metáfora
absolutamente pura, se mezcla con infinidad de variables que tienen que ver con
la realidad contemporánea. Tienes que aprender del pasado, pero tu realidad es
de hoy. Por eso esos ejercicios literales de arquitectura donde se copian los
valores o las expresiones estéticas del pasado me parecen absolutamente
perversos.
SOSTENIBILIDAD
En el servicio que damos creemos que
tenemos posibilidad para aportar no solo desde el punto de vista de la
arquitectura, como hecho cultural, funcional, etc. sino también en todo lo que
tiene que ver con la tecnología que mejora la experiencia de las personas que
habiten esa arquitectura y que es más responsable con los recursos que
compartimos en el conjunto del planeta. Desde un modelo como el nuestro, son
variables inherentes. En cualquier proyecto nosotros proponemos al cliente todo
ese abanico de posibilidades que existen para hacer de ese proyecto un proyecto
excelente. Pero es verdad que quien toma la decisión es el cliente.
Nuestra misión es tentarles en su
compromiso con la sociedad; tentarles y animarles a dar respuesta a ese
compromiso con acciones concretas. Y tenemos la suerte de que muchos lo tienen.
Desde nuestra iniciativa proponemos investigar en el ámbito de la vivienda para
concretar cuáles de estas medidas que se enuncia más eficaces para dar
respuesta a los objetivos del cliente son más amortizables, más eficaces, más
satisfactorias, o cuáles presentan una dificultad en términos de mantenimiento,
de coste o de operación, porque muchas de estas iniciativas requieren de una
gestión posterior. Nosotros estamos en esa misión de tentar.
Ahora mismo nos acaban de adjudicar el
proyecto del Palacio Europa, que haremos de la mano con los técnicos del
ayuntamiento de Vitoria; en el pliego ya se anunciaban unos objetivos muy
ambiciosos en términos de eficiencia energética. En términos económicos, es un
proyecto humilde, pero ejemplarizante y punta de lanza para muchas cosas que se
pueden hacer después. Y para nosotros estar en esa oportunidad es un
privilegio.
PAISAJE
Cuando actúas con
una realidad artificial como es la arquitectura en un entorno natural tienes
todas las posibilidades de empeorar la situación en la que estás operando. El
paisaje exige un ejercicio de responsabilidad mayor.
En ese momento
eres consciente de que en cada acción que realizamos, nuestra misión tendría
que ser obtener todo ese valor del paisaje y ofrecérselo a la sociedad a través
de la arquitectura. Pero todos sabemos que el riesgo es que lo que consigamos
sea empeorar la vivencia de ese paisaje y destruir su belleza. En general
cuando entramos como arquitectos lo que vamos es a imponernos a un paisaje y
ese es un momento de pánico porque el paisaje tiene tal fuerza, tal
complejidad, tiene todo aquello que nos gustaría que la arquitectura declinara,
toda esa multiplicidad de lecturas y capacidades de adaptación.
TIRAR O RECICLAR
Estamos en una sociedad que ya ha
despertado del sueño de que todos vamos a ser ricos, que los recursos son
ilimitados. Gracias a dios, tenemos una cultura de respeto hacia la naturaleza
y hacia el resto de las personas que ocupan este planeta. Y esto va calando en
la sociedad y yo creo que ya todos somos más conscientes en este ejercicio de
responsabilidad y de inteligencia.
En la sede de Idom de Bilbao estamos
ocupando un edificio que ha sido muchos años una instalación de almacenaje
industrial. Es verdad que te limita algunas actuaciones. Nosotros hemos hecho
prácticamente de manera simultánea la nueva sede en Madrid y nuestra
nueva sede en Bilbao. El de Madrid es un edificio de nueva planta y hemos
introducido iniciativas de eficiencia energética mucho más ambiciosas que las
que hemos introducido aquí; pero nosotros aquí por el mero hecho de utilizar un
edificio pre-existente ya hemos dado un enorme salto en términos de eficiencia
energética, porque hay una estructura que no hay que destruir ni que reciclar o
porque no hay estructura nueva que construir.
Mi opinión personal es que en la medida
en que se pueda hay que ser responsables y utilizar lo que tenemos. Hay que ser
respetuoso con la memoria histórica, pero tenemos que dar una respuesta
contemporánea. Es decir, aprovechar todo mientras sea razonable y cuando
requiere un cambio, con respeto hacia lo que había antes, cambiarlo.
PARTICIPACIÓN
Creo que en arquitectura la participación
de quien va a ser el usuario final es buena, pero la realidad es la que hay y
hay que operar en la realidad que tenemos. Y el marco legislativo hace difícil
esa participación,
Es verdad también que la participación
absoluta puede colapsar una sociedad. Nosotros hemos operado en la realidad
británica donde para aprobar un proyecto tienen que dar su opinión todos y cada
uno de los vecinos del distrito de ese proyecto y si hay uno solo que no está
de acuerdo, no se hace. Entonces, depende y con cuidado, creo que la
participación es necesaria pero hay que hacerla de manera responsable y en la
coyuntura cultural, social económica que corresponde.
EL OBJETIVO DE UNA BANDA DE JAZZ
Nosotros
apostamos por el trabajo en equipo porque este modelo profesional tiene un
enorme potencial. Es una apuesta atípica en el entorno del ejercicio
profesional y, a veces, muy contestado. Hasta ahora, el arquitecto ha
funcionado como un director de orquesta, controlando absolutamente todos los
matices de todos y cada uno de los músicos, y nosotros siempre decimos que nos
encantaría ser una banda de jazz. Ese es nuestro objetivo, todavía se ve
demasiado a Miles liderando la banda, pero en la medida en que participan John Coltrane
y Bill Evans, nuestra percepción es que la partitura es mejor, como hecho de
conjunto. Estamos en ese salto, en el que aspiramos a que se aprecie quién ha
tocado cada instrumento porque su aportación es creativa. Esta es la razón por
la que en los créditos de nuestros proyecto aparece el nombre de todas las
personas que han trabajado en él. Naturalmente, este es un proceso largo y
seguimos trabajando en ello.
Mañana es otra
vez el principio.
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